Monday, February 20, 2012

Fundación de San Carlos


Julio de 1763

Nota del Padre LUIS ASTIGARRAGA publicada en LA DEMOCRACIA, el 29 de julio de 1983.


Ubiquemos este acontecimiento tan querido para todos nosotros, los carolinos, dentro de los hechos históricos: En España reinaban los Borbones, precisamente Carlos III, quienes establecen el “Pacto de Familia” con la corona francesa en 1761; así fortalecidos enfrentan a los tradicionales enemigos, los ingleses, asociados esta vez con Portugal.

Esta Guerra europea se extiende al Río de la Plata, pretendiendo Portugal mantener bajo su dominio el Río de la Plata, pretendiendo Portugal mantener bajo su dominio el Río Grande, Sta. Teresa (recién construida) y la Colonia, amenazando incluso invadir Montevideo y sobre todo Buenos Aires.

Pero surgiría un valiente y aguerrido español don Pedro de Cevallos, que luego de recuperar la Colonia, ataca a la flota anglo-portuguesa destruyéndola frente a la costa uruguaya, el 6 de enero de 1763. todavía no había sido nombrado 1er. Virrey del Río de la Plata.

Cevallos parte hacia Maldonado para fortificarla, mandando construir baluartes en la Isla Gorriti; de allí sigue su campaña hacia la Fortaleza San Teresa que toma por asalto el 19 de abril de ese mismo año; lo mismo hará con el fortín de San Miguel y se dirige a Río Grande que caerá en sus manos en mayo. Una operación militar arrolladora, inimaginable, que todavía hoy nos maravilla, cuando consideramos las distancias, la penuria, los terrenos anegadizos que debe atravesar.

Cevallos había conquistado fama; era temible. Cuentan algunos historiadores que las madres portuguesas para amedentrar a sus hijos desobedientes, los asustaban diciéndoles: “Mira que ahí viene Cevallos”.

Efectivamente, su coraje lo impulsaba a seguir hacia el norte en su arrasadora conquista, pero llega a su conocimiento que en Europa los políticos y militares habían decretado la paz: la guerra había terminado. Cevallos permanecía aún en Río Grande y desde allí manda con sus subalternos, muchos contingentes de familias para diseminarlas en las poblaciones de la Banda Oriental. Podemos pensar que muchos de esos portugueses que habían pasado hambre en las islas Azores y no habían tenido mejor suerte en Sta. Catalina o en R. Grande, adonde recién habían llegado, prefirieron probar fortuna emigrando por propia voluntad. Ya fueran presos políticos, ya fueran voluntarios, sabemos que entran, en lo que hoy es nuestro territorio nacional, innumerables personas.

Leyendo los libros Parroquiales de Colonia, Montevideo, pero sobre todo de Maldonado, encontraremos muchísimas parejas de españoles casados con ríograndenses, o con azorianos. Hemos leído detenidamente los libros de Maldonado y de San Carlos y nos sorprende la cantidad de azorianos y brasileros que vinieron a nuestra región.

Desde Río Grande, Cevallos da órdenes a sus subalternos Lázaro de Mendinueta, Fernando de Cossio y otros, que ejercían el gobierno de Maldonado Viejo, que se comience una nueva población. Prefería que los azorianos se instalaran en un pueblo nuevo, que habría de ser conocido como “Pueblo de los Isleños”; no veía con buenos ojos que quedaran en Maldonado, un puesto militar de importancia. Temía que estos fueran un día enemigos de su causa y de la corona española.

Por lo que nos enseña la Dra. Fajardo y otros autores estamos en condiciones de afirmar que la fecha en que los primeros azorianos comenzaron a construir sus ranchos en la zona delimitada por los dos arroyos, fue del 8 de julio al 8 de agosto de 1763.

El comienzo de nuestra población fue quizá casual; no se respetó el trazado de calles que la legislación vigente indicaba tener en cuenta; no hubo un plan muy determinado. No hay documentación que así lo demuestre. Pero un comienzo tan humilde, habría de tener un éxito rotundo. Claro que un pueblo tiene sus comienzos en una fecha determinada para su engrandecimiento en los años siguientes. San Carlos fue progresando gracias a otras muchas familias que vinieron luego por 1770 y otras muchas por 1777, pero sobre todo el aporte español, el aporte gallego de 1780 y la llegada del Padre Amenedo, le fueron dando al modesto pueblecito una fisonomía propia, original, cumpliéndose el deseo de Cevallos expresado por el Comandante de Maldonado, don Lucas Infante: “QUE EL NUEVO PUEBLO PERMANEZCA Y FLOREZCA” (ver Legajo Nº 1 de “Gobierno de Maldonado” en Archivo Gral. De la Nación Bs. As.)

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