Monday, February 20, 2012

Y así nació San Carlos



Carolinos Ilustres, Patriotas y Beneméritos
Carlos Seijo



Ceballos, apenas terminada su conquista de Río Grande, empezó a hacer envíos de un gran número de portugueses apresados durante dicha guerra, para fundar un nuevo pueblo, en el paraje, que según Bausá, aquél desde antes ya había tenido en vista.
     Ahora bien, como podrá verse en el apéndice 1, el primer convoy, al ser despachado el 27 de diciembre de 1763, teniendo que recorrer tan larga distancia para llegar a su destino, la ocupación oficial debió por fuerza haber tenido lugar en el mes y año siguiente: es decir, en enero de 1764.
     Este denominóse Maldonado chico, hasta que, cinco años después, se le instituyó patrono, siéndole bajo la advocación de San Carlos. Habiendo transcurrido 32 años, los vecinos declararon que hacía tiempo tenían "vivos deseos de hacer la elección del Santo Patrono"; y de ahí que resolvieron lo fuera su homónimo Borromeo 1
     Tal demanda les fué concedida por el vicario capitular y gobernador del obispado de Buenos Aires, el 8 de julio de 1800, y refrendada en seguida por el provisor y vicario capitular, Gervasio Antonio Posadas, Escribano del Rey y Notario MAyor de la curia eclesiástica Diocesana, Castrense, del obispado del Río de la Plata. 2
     En aquella extensa zona, con buenas tierras, agua y montes para hacer leña, dióse principio a la demarcación de plazas, calles, pastos comunes, propios y chacras; tal como era la usanza de entonces.
     El plano correspondiente al pueblo nuevo de San Carlos, se comprendía de 90 manzanas de cien varas "en cuadro", separadas por calles de a doce; y todo este conjunto circundado por cuatro avenidas de a veinticinco cada una.
     Mientras llevábase a cabo esa operación, es de suponer que después de tan largo viaje desde Río Grande, los futuros colonos seguirían viviendo en sus carretas, bajo eNramadas o refugios improvisados.
     Esto es, en espera de las tierras, el ganado, los útiles de labranza y las semillas, que se les repartiría para poderse establecer y dónde levantar sus precarias viviendas.
     Entre tanto, la boyada permanecería bien custodiada para destinarla en seguida a la roturación de las tierras labradías.
     "Por entonces se reunieron h.ta unascien familias... para la formación de este Pueblo; mas obtenido de allí a poco permiso de la piedad del Rey, se volvieron muchas a su Patria y finalmente se acabaron de reirar las otras en la última pérdida de Río Grande; de suerte que San Carlos en el día se halla casi despoblado. (Año 1784). Con todo conservan siempre algunos habitantes, en número quedó mas de 150 a 200 personas, entre Españoles y Portugueses... dirijidos asimismo de su Cura de almas en el gobierno Espiritual, y en el Militar y Político por una Capitan de Dragones". 3
     Aquella laboriosa colmena de labradores, y posteriormente de ganaderos, siguó en aumento, como se verá:

Según Bauzáen 1800 tenía400 habitantes,tal vez sin su jurisdicción
Según un padrónde 1810 tenía539 habitantes,tal vez sin su jurisdicción
Según un padrónde 1820 tenía1.763 habitantes,con su jurisdicción4
Según un padrónde 1826 tenía4.028 habitantes,con su jurisdicción
Según un padrónde 1836 tenía3.756 habitantes,con su jurisdicción 5
Según el censo oficialde 1908 tenía5.014 habitantes,con su jurisdicción
Hoy tendrá unos10.000 habitantes,tal vez sin su jurisdicción

     En fin, al correr del tiempo, sus progresos fueron grandes, y a los cietno sesenta y siete años de su fundación, es decir en marzo de 1930, fué incluida en la categoría de ciudad.



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     Contaba un viajero que el día 29 de octubre de 1806, cuando los ingleses asaltaron y saquearon a Maldonado, en ese entonces figuraba una portugués N. Cardoso, como comandante en San Carlos; cuyos habitantes aterrorizados, huyeron en su mayor parte dejando abandonadas sus casas y los pocos muebles que poseía, por temor que se hiciera otro tanto allí. Más no pasó de susto. Al día siguiente el nuevo gobierno establecido en la ciudad vecina le enviaba a Cardoso un oficio, haciéndole entender que tenía dos mil hombres para tomar el pueblo, si no daba la obediencia al Rey de la Gran Bretaña.
     Ante tal amenaza se le respondió enseguida que se acataría dicho mandato, pero pidiendo solamente se les permitiera el culto libre de su religión y que no se les perjudicara en modo alguno en la posesión de sus bienes ni familias.
     Al recibirse tan satisfactoria contestación escribieron elogiando al pueblo de San Carlos, el que tendría ante su rey la primera protección y la concesión de cuanto se le pedía.
     Habiéndse tranquilizado los ánimos, la población ya empezaba a regresar a sus hogares, cuando hete aquí que al otro día a la hora de la siesta, se presenta una columna de infantería (200 hombres) armadas, con dos piezas de campaña, sus tambores y el pabellón inglés.
     Cardoso entrególe su bastón de mando al que hacía de jefe y después de pasearse la tropa por todos lados, le fué devuelto con la indicación de que continuase en su puesto bajo las órdenes del general en jefe establecido en Maldonado. Al regresar de inmediato, lleváronse algunas vacas y caballos mansos que pidieron de favor.
     Transcurridos tres días, aquél mismo pedía que los vecinos de San Carlos les llevaran trigo, harina y ganados que serían pagados a justo precio, pero que si no loa hacían así, se les obligaría por la fuerza.
     Cuenta Bauzá que solamente Sobremonte, al ser informado del asalto, de acuerdo con Ruiz Huidobro, organizaron un cuerpo de tropas al mando del teniente de fragata don Agustín Abreu, quien tenían la intención de batirles si les encontraba en número compatibles...
     Se sabía la escasez de víveres sentida en el campo inglés y sospechábase de que se aventurasen del país en busca de ellos. En efecto, un destacamento de 1.000 infantes y 200 hombres de caballería habían salido días atrás de Maldonado con rumbo al Sauce. No hallando en aquella dirección todo lo que deseaban, enderezaron sus marchas hacia el pueblo de San Carlos, y al que también se encaminaban las tropas del pais encumplimiento de su misión. Estas consistían en 100 dragones, 100 voluntarios de la frontera de Córdoba, un escuadrón de voluntarios de Montevideo y 85 más capitaeados por Bernardo Súarez que se les incorporaron en el camino.
     El 6 de noviembre presentóse Abreu a inmediaciones de San Carlos (en la loma de Ortiz), donde el enemigo esperó el ataque poniendo su caballería a vanguardia.
     Abreu destrozó a ésta, y precipitándose sobre la infantería que la apoyaba, el combate se trabó a la bayoneta entre los voluntarios de a pie y los ingleses.
     En lo más reñido de la pelea cayó mortalmente herido Abreu 6y el capitán de dragones José Martínez al tomar el mando como segundo jefe, corrió igual suerte.
     Entonces la fuerza expedicionaria tocó retirada, haciendo lo mismo los invasores, que fueron a encerrarse dentro de la ciudad de Maldonado.
     En reemplazo de Abreu y Martínez fue investido con el mando de la pequeña división, el teniente coronel José Moreno , quien inmediatamente puso por obra el sitiar la plaza donde hallábase Popham con todas sus fuerzas.
     La viuda de Abreu, Margarita Viana , mandó transportar a Montevideo el cadáver de su esposo, al que con todos los honores se le dio sepultura en la iglesia de San Francisco, (la antigua y que hoy no existe).
     Más tarde, cuando sobrevino el período de la independencia, "sin desmentir su fama, los carolinos a la par de los fernandinos, como buenos patriotas supieron luchar con heroísmo en aquellas jornadas redentoras, distinguiéndose siempre por su arrojo y valentía". 7
     "La fuerza de la ola revolucionaria debía empujar la milicia de Manuel Francisco Artigas, compuesta de fieros montaraces de los valles de Maldonado y de la sierra de las Animas, hasta las zonas de setentrión y hasta el trópico, envuelta en un torbellino de fuego y de gloria". 8


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     Tales manifestaciones de fervor patriótico eran tan unánimes, que en cuanto se tuvo conocimiento en San Carlos, del triunfo de la batalla del Sarandi, el doctor Francisco Martínez, le escribía al capitán general Juan Antonio Lavalleja: "En el instante que fue comunicado a este Pueblo entusiasmado la nota oficial que V.E. se dignó mandarme, es increíble la emoción de júbilo y alegría que respiró en el corazón de estos fieles habitantes; todo eran vivas y aclamaciones a nuestro Libertador, y a sus beneméritos guerreros, afectos del más acendrado patriotismo".
     Ya un mes antes habíase contribuido con una cantidad de vestuarios "que el entusiasmado vecindario de San Carlos ha donado a los soldados de la Patria". 9
     Su mismo vecindario, cuando se firmó la paz con el Brasil en octubre de 1828, llevó también a cabo grandes festejos, con repiques cada media hora e iluminación durante tres noches consecutivas.
     Otra gloria conquistó San Carlos, no por armas de Marte, pero si por encanto de sus hijas; pues las carolinas han figurado en gran número como ejemplos típicos de belleza 10. Entre ellas, las Pagola, Macció, Alvarez 11, Sosa, Bustamante, Martínez, Núñez, Fajardo, Silva, Gutierrez, Olivera, etc., etc. ¿Ese refinamiento, no se debería a la teoría aquella que establece que cuanto más crúzanse las razas, más se perfeccionan las especies?
     De ahí, tal vez, el excelente resultado de la amalgama formada por portugueses, argentinos, españoles de las Canarias, la Coruña, el Ferrol, Cataluñas, de los obispados de Oviedo, Orense, Tuy, Lugo, Astorga, Salamanca y algunos paraguayos, chilenos, franceses e ingleses; tal como se detalla en diversos padrones y en los libros parroquiales desde primitivas épocas.
     Cuando el coronel Venancio Flores dispuso en 1846, el inmediato, ataque a la villa de San Carlos, "los expedicionarios iban tan seguros del éxito, que los más presumidos jefes y oficiales se proveyeron, en Maldonado, de calzado y trajes de baile, pues deseaban celebrar el triunfo bailando esa noche con las carolinas" 12. Aunque impelidos por bélicos y amorosos entusiasmos, no lograron llevar a la práctica ninguno de esos dos números del programa.
     Carlos Heraclio Fajardo, en el año 1855 contaba: "luego que entráis (en San Carlos) por sus calles rectas y aseadas, sentís el aura impregnada por el perfume de las flores de sus jardines, notáis una animación inesperada, y véis en las ventanas o de paseo - si llegáis en una tarde de verano - hermosas y graciosísimas mujeres de cabello y ojos negros, de tez sedosa y lozana, de lindísima boca, de pie y manos breves... Se os dirá que luego que hayáis puesto el pie en el dintel de una puerta, os sale a recibir la amabilidad con la mano del agasajo; que os sentáis en vuestra casa; que la dulce franqueza y honesta familiaridad no demoran en establecerse..., y que una amena conversación os deja edificado de la fina sociabilidad que no habéis creido hallar en un pueblo de campaña de un país tan nuevo.
     Esto pasaba en las épocas risueñas de que San Carlos ha gozado; cuando caravanas de diez, veinte y hasta treinta gallardos jóvenes se dirigían de la capital y otros pueblos a aquella villa, -- ya con motivo de las carnestolendas, ya con el día del Santo Patrono, -- arrastrados por la reputación de que gozaba en toda la República el pueblo de las "Carolinas".

Notas al Pie


(1) Según el inventario del año 1804 existente en el archivo parroquial, consistía en: "Una imagen de San Carlos de Estofado con su rostro y manos de madera pintados, ojos de cristal y una cruz en la mano izquierda". Cuenta el señor Jacinto M. Alvariza, que el traje cardenalicio de terciopelo, con guarniciones plateadas, quedó pulverizado por los años después de 1888 probablemente, y sustituido por otro que él mismo compró en París.(2) Junta para la elección de Patrono. En la Villa de San Carlos a 29 de Junio de 1800 Don Miguel Herrera, Capitan de Milicias de la Compania del Partido de Rocha y Alcalde de la Santa Hermandad de dicha Villa, y en jurisdicción con los demás vecinos de ella juntos y congregados todos en concilio abierto, han hecho por votos secretos la elección y nombramiento del Santo PAtrono de la referida Villa y Jurisdicción, en el S.r San Carlos Borromeo, por particular devoción y afecto que tienen al Santo, para que sea su abogado protector defensor y mediador en las súplicas que puedan, y deban hacer a Dios por medio del Santo Patrono; teniendo por causas suficientes de esta elección las que han estimulado su devoción, y las mercedes que han obtenido varios vecinos..., se obligan todos los vecinos de la Villa y su jurisdicción a guardar su día de fiesta de ambos preceptos, y a venerarlo como tal Santo Patrono al S.n San Carlos Borromeo. En testimonio de lo cual lo firmo y autoriza al S.r Alcalde de la Santa Hermandad, con algunos de los vecinos que saben firmar.

Miguel Herrera
José Rada
José Ant. Tavares
Manuel Araujo Viera
Antonio Correa
Blas Vidal
Miguel Malo
José Dávila Bernal
Mateo Colinas
Juan Santos
José Costa
José Luelmo
Quintiliano Teyxera
José Lozada
Diego Moreno
José Ferreiro
(Archivo Parroquial)
(3) Diario de la 2ª partida demarcadora de límites, por Diego de Alvear. 1783-1791.
(4) Partidos 11. Poblaciones 260. Hombres 953. Mujeres 810. Esclavos 120 Agregados y peones 63. Total de Habitantes 1763. Villa de San Carlos Agosto 9 de 1820.
(5) Esa disminución que se nota, comparada con la del censo anterior, debía radicar, en que habiéndose pasado por un período de tantas luchas, de aquel numeroso contingente de voluntarios carolinos, muchos perecieron y una gran parte permanecería aún en servicio o expatriados.
(6)
" Abreu clama: "Soldados, el destino
Nuestros votos cumplió, no sea en vano
La estima con que el pueblo nos pondera:
Sus hogares, sus hijos, sus altares
A nuestro acero fía;
Los que allí veís, forzaron nuestros lares;
No quede impune tanta demasía:
La Patria gime y el deber nos llama;
La muerte es vida, si la vida infama". 

Fragmento del poema que le dedicó a Abreu, su amigo José Pedro de Oliver, con motivo de su gloriosa muerte.
(Biblioteca del "Comercio del Plata", vol. X, pág.179)(7) "Como prueba de la participación activa que la brigada de Leonardo Olivera tuvi en Ituzaingó, está hecho de que fue la división del ejército que tuvo más bajas... lo que demuestra también que los criollos de Maldonado no mezquinaban su sangre cuando se trataba de defender la Patria".
Julian O. Miranda. - Maldonado Antiguo
(8) Ismael, por Eduardo Acevedo Díaz.
(9) Oficio del 26 de setiembre de 1825, de Antonio Mancebo, Francisco Martínez y Pedro Alcántara Jiménez, al general Lavalleja, pidiéndole se sirviera aceptar dicha donación.
Papeles de Lavalleja - Arch. Gral. De la Nación

(10) "Ninguna población podrá lisonjearse de tener, como San Carlos, un número tan crecido, como tiene, de jóvenes bellísimas".
Diario de la Guerra de Brasil, por José Brito del Pino, de agosto de 1825 hasta enero de 1828, pag. 391

(11) Una de ellas se casó allí, en agosto de 1830, con Andrés Spickerman, uno de los 33; y otra distinguida dama carolina, anteriormente en 1827, con el general José María Reyes, cuando éste tenía el grado de Mayor.
(12) Julian O. Miranda. Maldonado Antiguo.

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